Los dados son, sin ningún género de duda, el elemento más habitual en el juego que podemos encontrar fuera de los casinos.
Desde bien pequeños, nos acostumbramos a utilizarlos jugando a la oca o el parchís. Los juegos de mesa como el Monopoly o el Risk, los juegos de rol, los dados de poker,… El uso de los dados en el ocio cotidiano nos acompaña durante toda la adolescencia.
Alcanzada la edad adulta, sin embargo, cuando se nos abre la puerta al juego en su forma de industria del entretenimiento, solo se conoce una única aplicación universal para esta herramienta: los dados, “craps”, el pit que se muestra en innumerables películas y que no falta en ninguno de los grandes casinos del mundo.
Eso es lo que podría parecer, por lo que conocemos de los grandes casinos. Pero existe un antiguo juego de casino chino, ni de lejos tan conocido como los dados, que también utiliza los conocidos cubos de seis caras numerados con puntos y ha alcanzado expansión internacional. Se llama “sic bo”.
Es un juego de puro azar. Se tiran tres dados y se apuesta sobre los números que salen. Como en la ruleta, hay diferentes combinaciones que pagan diferentes odds.
Se puede jugar a “Big” (mayor que diez) o “Small” (menor que once), como si se jugara a rojo o negro en la ruleta, y una tirada ganadora tiene como resultado doblar el dinero apostado. Pero se pueden apostar otras varias docenas de combinaciones: resultados de la suma de los tres dados, qué dados aparecerán, dobles, y así hasta la apuesta de mayor dificultad y que más paga, que aparezca un triple en la mesa, tres unos o tres seises, por ejemplo.
Este juego parece haber sido muy popular en los inicios de Las Vegas como capital del juego de Estados Unidos. Era uno de los pasatiempos predilectos de la comunidad china del país, junto al “fantan”, y todos los casinos de la ciudad tenían mesas de “sic bo”.
Con el tiempo su popularidad fue declinando, hasta desaparecer por completo en los años 70. Los empresarios de Las Vegas siempre andan buscando nuevas áreas de mercado, y Sheldon Adelson rescató una mesa de “sic bo” para el Palazzo, que en la actualidad es la única -que tengamos noticia- que se puede encontrar en el Strip.
Macau, la heredera oriental de Las Vegas, tiene una mayor variedad de oferta de “sic bo”. Existe una variedad casi endémica del ex-protectorado portugués llamada “Yee-Hah-Hi”, que sustituye los puntos del dado por símbolos que representan diversas figuras y animales (Yee-Hah-Hi significa pescado-gamba-cangrejo, que son tres de los símbolos que aparecen en los dados).
Estos símbolos son de tres diferentes colores, lo que abre la posibilidad de nuevas apuestas según las diferentes combinaciones de los mismos.
La historia más conocida sobre el “sic bo” es la de un costoso error que cometió el Grand Casino de Biloxi, que en 1994 calculó mal el edge de una de las combinaciones ofrecidas para apostar.
Un autor especializado en blackjack alertó de ello a sus suscriptores a través de una lista de correo. Tres dados generan 216 posibles combinaciones. Solo tres de ellas generan un resultado equivalente a 4, como sucede con el 17, pues requieren que salgan dos unos o dos seises, respectivamente. La estadística arroja unas posibilidades de 72:1 de que se dé un 4. En el Grand Casino de Biloxi pagaban 80:1.
La noticia se extendió entre los jugadores profesionales de blackjack, que viajaron con su banca a Mississipi en tren, avión y barco para abarrotar el local.
La apuesta máxima en la mesa era de 100$. La estrategia se escribe sola. Apostando la misma cantidad al 4 y al 17 deberías lograr un acierto cada 36 partidas. Apostando el máximo, 200$, con una inversión de 7.200$ recibías un pago de 8.000$. En la mesa, alcanzar ese número de tiradas rondaba la media hora.
Los casilleros de esas apuestas se saturaron de fichas. Cada vez que salía un número ganador, el croupier debía detener el juego y emplear un cuarto de hora en pagar las apuestas ganadoras. En un momento dado de máxima concentración de jugadores, cada 4 o cada 17 hacía que la banca tuviera que repartir 50.000$ en fichas entre los presentes.
Ocurrió un 26 de octubre de 1994. La mesa no se cerró hasta las 3 de la mañana, con fuertes pérdidas para la casa, que se estiman en 180.000$ según una presunta fuente interna del casino. El cierre de la mesa originó una enorme cola. Primero para los baños, luego para el restaurante, y finalmente para el cajero.
Al día siguiente, a la hora de la apertura, había cola ante la mesa de “sic bo”. Responsables del casino llevaron a cabo una meticulosa revisión del cubículo de los dados. El crupier fue llamado a la mesa a las 11:00 a.m.y se abrió el fichero. La idea de abrir la mesa revoloteó un par de minutos por la mente de los responsables, pero finalmente optaron por dejarla cerrada. Los jugadores esperaron hasta la una de la tarde, hasta que vieron a uno de los ejecutivos del casino con una copia de la famosa carta en la mano.
El Grand Casino mantuvo la mesa de sic bo cerrada un par de días, y para su reapertura, el 4 y el 17 pagaban tan solo 60 veces el valor de la apuesta.